
La gran fiesta del Aplec del Caragol de Lérida es un encuentro socio gastronómico cultural, el orgullo de ciudad para promocionar el territorio Leridano. Los devotos, pero no libres de pecado, practican la gula durante todo el fin de semana del Festival: es un «sin parar» de diferentes platos, cerveza y bebidas de todo tipo.

Desde 1980, el Aplec del Caragol de Lérida es un ritual que se repite cada año; los 16000 «fieles» que suman las 121 peñas, se reúnen durante un fin de semana de mayo en la ribera del río Segre y en el parque de los Campos Elíseos de Lérida, en una gran celebración donde el caracol es el protagonista.
Los caracoles (en su mayoría de la variedad Helix aspersa), se cocinan directamente allí, es alucinante ver la cantidad que pasa por las ollas de las peñas, 13000 kg de caracoles por un consumo medio de un kilo por persona. Son caracoles trazables, de granja y en esta ocasión los proveedores habituales buscan caracoles por todos los lados ya que esa cantidad, sumada al consumo de fuera en la ciudad, llegaría a las 16 toneladas durante toda la semana del Aplec.
Al principio era el Aplec de la Horta, al final de la recolección del campo y huerta de Lleida; las familias de las masías se juntaban e iban a la ermita, se hacía una misa y luego una fiesta con comida en el campo, con música y ambiente juvenil y comían caracoles y otras cosas. Todo festejo se paro en la época de Franco, ya que no estaba permitida la libertad de reunión y asociación hasta 1980, cuando se recuperan muchas fiestas y celebraciones, entre ellas el Aplec. Comenzaron 7/8 grupos con una caracolada en la ribera del río Segre como encuentro de amigos, y ahora son 121 peñas de entre de 3 o 4 generaciones y algunas nuevas, cada una con su vestimenta y su color.

La gente se lo pasa fenomenal, desde los niñoshasta los ancianos; todos se dejan llevar por el entusiasmo, la música, los cantos y los bailes, algunos tradicionales como las sardanas y los garrotines de los gitanos de Lérida. Tampoco faltan los “castellers» (personas que construyen torres humanas, llamadas castells), la carrera infantil de caracoles y la ofrenda floral in memoriam de los familiares que ya no están. Los «Trabucaires dels Trons» (en español, «los tiradores de los truenos»), una colla de tiradores históricos que se han hecho populares en Lérida, son los encargados de disparar unas cuantas balas de fogueo durante la ceremonia.
“Este año 200000 personas han pasado por el recinto ferial – comenta Ferran Perdrix Sapiña, Presidente de Fecoll – año tras año, y ya van 47 ediciones, muchos vuelven a la Fiesta del Aplec del Caragol para pasarlo bien y disfrutar de muchos caracoles».
Durante todo el año la Fecoll (es la entidad que aglutina los grupos participantes al Aplec) organiza muchas actividades solidarias, y este año la fiesta del Aplec del Caragol ha sido declarada de utilidad pública e interés turístico nacional. A través de cultura popular y gastronomía, quieren conectar con el visitante y presentarse al extranjero, y por eso han organizado un «Caracol tour» que tocará las ciudades de Mónaco, París y Milán, como promoción internacional del Aplec.

Un poco de historia: Lérida y los Romanos
En la época romana, en tiempos del emperador Augusto, Ilerda (Lérida) era un punto importante en la Vía Augusta, porque conectaba diferentes ciudades de la Península Ibérica. La vía Augusta pasaba por debajo de la Paeria, hoy sede del Ayuntamiento (de fachada neo-clásica, el interior es diferente, tiene una estructura peculiar porqué es una casa medieval que una familia dio a los paes (El término paer procede del latín paciari («que hace justicia») y patiarium («hombre de paz»).
Y bien, los antiguos romanos comían caracoles, ¡e incluso los consideraban un manjar. De hecho, se creía que comerlos destruía la adversidad, ya que los cuernos del caracol representaban preocupaciones y discordia.
En Lérida, la cría de caracoles es una actividad importante y a raíz de que la ciencia los ha estudiado mucho, las granjas helicicolas del territorio tienen mucho éxito a la hora de reproducirlos.

La cocina del caracol
El caracol es uno de los alimentos más antiguos de la historia y permanece especialmente en las tradiciones locales y campesinas que sobreviven gracias a festivales, ferias y eventos que valorizan los lugares y los paisajes, y preservan el sentido de identidad local.
En la cultura catalana está presente en muchos sitios y platos. En Lérida han sabido combinarlo con sus productos de km. 0, frutas y verduras, carnes de tocino y ternera, que permite acompañar el caracol con todos esos productos.
La «llauna», la brasa y la cazuela, son los tres instrumentos de la cocina leridana que se utilizan para preparar sus deliciosas recetas tradicionales: a la gourmanda, a la llauna, macerados con bicho y clavo, con salsas vinagreta, alioli, romesco, con hierbas aromáticas, al estilo de la casa, etc.
Al mismo tiempo, la evolución de la cocina del caracol ha conseguido fusionar recetas tradicionales con la cocina creativa moderna; los nuevos cocineros, uniendo las técnicas de la cocina actual con la calidad de los productos locales, han logrado platos sorprendentes y apetitosos tales como la tortillita de caracoles, el bocatin de caracoles, el paté de caracol entre otros.

La ruta del vino de Lérida
Si queremos hacer una escapada para conocer la cultura y la gastronomía de la zona, no quedaremos insatisfechos, ya que no solo hay restaurantes de primera (algunos con estrella Michelin) para satisfacer nuestro paladar, sino también buenos vinos elaborados en bodegas con encanto de estilo modernista, conocidas como «las catedrales del vino».
Una excursión en bicicleta en el parque Raimat Natura, nos hará disfrutar del entorno; las vistas sobre lo que al principio era una zona árida son espectaculares.
El parque es un proyecto pionero en Cataluña, mide 700 hectáreas y se encuentra dentro de la finca vinícola de Bodegas Raimat; es el viñedo de una sola pieza más grande de Europa y también el más grande del mundo, con más de 2000 hectáreas de viña cultivada en ecológico

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